lunes, 22 de mayo de 2017

Hipnosis Por Alberto Espinosa Orozco


Hipnosis
Por Alberto Espinosa Orozco


El polvo suelto levantado en torbellinos
asecha en las equinas empujado
a su desordenado confín sin titubeos
los desechos desgastados por las horas;

El polvo de oro ya quemado por el tiempo
ahogado por el peso de las sombras
residuo de hojarasca vuelto harapo,
sucio trapo devastado, agónico, exhausto
desmayado como un manto gris sobre el asfalto.

El viento turbio enemigo de las leyes,
el viento estrábico que silba airado,
bobino obtuso que acomete el otro lado
de las horas, acosa al tiempo hueco
como a una cáscara reseca para hollarlo
con su pelambre pútrida de musgosos hongos;

Insistente torbellino maniatado
arrojado en su manía repetitiva
 a la ruinosa ciudad abandonada
que levanta al polvo de su letargo 
invadiendo los rincones sin memoria
desangrados de su sabia de recuerdos.

el viento sordo, que malamente apuesta
a ser silbido obtuso de su propio vacío sin escondite,
desbarata los nítidos perfiles en su rencor de hielo
recorriendo incesante las vidrieras por las calles
de la ciudad amortajada, olfateando a su presa
en su bufido con las narices pegadas contra el suelo
llevando en el seno de su hueco una malignidad.

El viento contrario del oeste obtuso,
filoso como arena, salado como arenque,
vendaval cuyo hocico vuelto lanza recorre
la plaza deprimida, revolviendo el cabo
del hilo de memoria con los días desleídos, 
empujando su deshilachada esfera hasta tocar 
el eco mudo de las tapias funerarias y el vacío
que ciego late discordante al otro lado
-confundiendo en su ajetrear al día
con la hipnótica fijeza de la noche.



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