lunes, 9 de enero de 2017

El Pintor Barroco José de Ibarra y San Jorge contra el Dragón Por Alberto Espinosa Orozco

El Pintor Barroco José de Ibarra y San Jorge contra el Dragón
Por Alberto Espinosa Orozco 



   En el salón de la Sacristía, junto al paño de La Adoración de los Pastores al Niño Jesús,  firmado por Juan Correa en el año de 1676, se encuentran tres cuadros más del mismo pintor: el primero en el costado norte, junto al lienzo firmado por Correa, el paño La Adoración de los Reyes Magos al Niño Dios;  en el costado oeste La Resurrección de Jesús y La Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, formando con ello una imponente tetralogía de tema cristológico.  








   La misma nave alberga otros dos cuadros de la época. En el costado sur, a la entrada de la misma Sacristía, un magnífico lienzo de Las Apariciones de la Virgen de Guadalupe, con los recuadros de las cuatro apariciones, seguramente del mismo maestro pintor Juan Correa Santoyo, sin firma, probablemente de la misma época.  


   Compartiendo el recinto de la galería de la Sacristía, junto con la tetralogía de Correa,  destaca un notable cuadro, de las mismas dimensiones, de San Jorge Matando al Dragón, en el que un joven soldado montado en níveo corcel fustiga con su lanza al negro lagarto. Cuadro a todas luces notable por su preciosismo y esmerado estilo realista, que debió ser mandado hacer ex profeso para Durango, pues en el suelo y bajo del blanco corcel pueden apreciarse una serie nutrida de arácnidos anómalos y de feroces alacranes de la familia sísifus sísifus, típicos si no exclusivos de la región. El extraordinario paño, de creciente realismo y modernidad respecto de los de Correa, es de posterior factura en al menos tres cuartos de siglo, y muy probablemente pertenece a los pinceles José de Ibarra -más que a las martas del taller de Miguel Cabrera.



   El cuadro de San Jorge Matando al Dragón debió ser mandado hacer en 75 años más tarde, en 1749, cuando el 15avo Obispo de Durango, Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, nombró a San Jorge como Patrono de la Ciudad, instituyendo su fiesta el 23 de abril. Existe en la capilla lateral, junto a la preciosa escultura de San Jorge estofada en madera, venerada desde esa fecha, un escudo tallado en cantera que conmemora el nombramiento de San Jorge como patrono de la ciudad, pero también y sobre todo su intercesión milagrosa, ya en que en ese mismo año la ciudad fue azotada por una plaga de alacranes, la que causo mucho sufrimiento y cobro muchas vidas. Se sabe que luego de la consagración el alto índice de picaduras disminuyó en el acto, por lo que un rico minero, que atribuyó su salvación al Santo Jorge, donó una preciosa escultura estofada, policromada y encarnada, de un metro de alto de San Jorge Niño, enfundado en un yelmo de oro de muchos quilates, espuelas y armado con brillante lanza de plata, con la que arremete contra el negro dragón. 



      No es imposible conjetura que el lienzo sin firmar de San Jorge Matando al Dragón se deba, más que al taller de Miguel Cabrera, comandado por el propio artista, a José de Ibarra, tanto por la modernidad de su estilo, que es posterior al cultivado por Correa, como a la excelencia de su factura, destacando no sólo la belleza del rostro del joven Santo Jorge, sino el cuidadoso estudio de la anatomía y de las actitudes de los personajes, la ligereza o soltura de la pincelada y los contrastes tonales logrados con una paleta restringida, que son notas distintivas de su arte. Por su parte Miguel Cabrera dejó para Durango una amplia colección, serie que se encuentra en el Museo del Aguacate. Se han barajado también otros nombres notables, como los de Juan Rodríguez Juárez y Antonio de Torres, ya que el Museo de la Galería Episcopal de la catedral Basílica Menor de Durango, entre sus más de 200 tesoros artísticos, cuanta con obra de esos importantes artistas.
   José de Ibarra nació en la ciudad de Guadalajara en 1685 y murió en la Ciudad de México el 20 de noviembre de 1756, a los 71 años de edad. Hijo de Ignacio de Ibarra, morisco de profesión barbero y de María Cárdenas, mulata, marchó a vivir a los 16 años a la Ciudad de México para estudiar pintura, primero con el pintor Juan Correa, también mulato y después, a partir de 1722, con los hermanos Rodríguez Juárez, Juan y Nicolás, en cuyo taller se llevó a cabo una gran renovación artística, con fuertes influencias italianas y francesas, así como del sevillano Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682), siendo esta escuela el antecedente directo del arte de Miguel Cabrera (1715-1768). En 1751 participó en la inspección a la tilma de la Virgen de Guadalupe, organizada por Miguel Cabrera en 1751. 
   Junto con los hermanos Rodríguez Juárez fundó la Academia de Pintura, antecedente de la Academia de San Carlos, la cual encabezó en 1754. Se le atribuye el importante manuscrito, sin fecha ni firma, El Arte Maestra. Discurso sobre la pintura.[1] Tratado sobre la teoría y la técnica del arte de la pintura de finalidades pedagógicas, donde pugna por que se considera a la pintura como una de las siete artes liberales, junto con geometría, la aritmética, la astronomía, la arquitectura, la música y la poesía. Se trata de un sistema de enseñanza teórico-práctico enderezado en el sentido de salvaguardar la dignidad del arte pictórico y el decoro en la representación de imágenes sagradas, adulteradas por pintores “imagineros” y tratantes. Reflexión, pues, sobre el quehacer de la pintura en donde se examina, entre otros temas, la proporción de las figuras, pero también la belleza ideal, de mayor estima que la natural, pues es cosa fácil copiar lo natural tomando todo el diseño de ello, cosa fácil propio de simples imitadores, mientras que el arte verdadero sólo toma sus partes, pues la forma natural debe ser corregida para ser superada y trascendida.  
   Las obras más famosas de José de Ibarra son: "La Inmaculada Concepción" en el Colegio de las Vizcainas; las que se encuentran en la Catedral de Puebla, compuestas por las cuatro “Adoraciones” del Coro ("La Concepción"; "La Asunción", "La invocación de María y de Jesús niño" y ""La Adoración del Santísimo Sacramento"). y por el “Viacrucis” sobre las pilastras del templo: en el Colegio Jesuita de San Francisco Javier de Tepozotlán, “La Huida de Egipto” y “El Patrocinio de San José”; y en la iglesia de La Profesa “La Virgen del Apocalipsis”.   
   Artista de abundante producción caracterizado por su afinado sentido de la simetría y de la composición, sus lienzos han sido considerados, por su idealismo, riqueza y perfección, como “imágenes retóricas” o “discursos pintados”.

Miguel Rudecindo Contreras, Retrato del pintor José de Ibarra, 
óleo sobre tela, 56.5 x 42.4 cm., ca. 1740-56, colección: Museo Nacional de Arte














   Por otra parte, la Catedral Basílica Menor de la ciudad de Durango cuenta con una tercera obra sobre San Jorge: la escultura en cantera de San Jorge de la portada lateral oeste, del siglo XVIII, que se debe a Pedro de Huertas.
   La Parroquia de la Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, cuya jurisdicción abarcaba desde Durango hasta Santa Fe, en Nuevo México, comenzó a erigirse en 1620, sobre las ruinas de la Parroquia de la Asunción, destruida por un incendio en ese año. La Nueva Catedral sufrió de contingencia, por lo que fue desmantelada en 1635. La tercera modificación de la catedral se llevó a cabo en 1695 y 1697 por el arquitecto Simón de los Santos y Mateo Núñez, concluyendo la obra en 1713. En 1750 el arquitecto Pedro de Huertas realizó las portadas laterales, siendo la Catedral terminada en definitiva hasta el año de 1844. 
   A Pedro de Huerta,el fabuloso arquitecto del majestuoso palacio del Conde del Valle de Suchil, se debe la escultura de San Jorge Niño, bella imagen en relieve que se encuentra en la portada oeste del templo, en el segundo nivel del lado sur.  


[1] Se trata de un hallazgo capital para la historia del arte novohispano, cuyo original se encuentra en el Fondo reservado de la Biblioteca nacional de México. Ver Myrna Soto, El Arte Maestra. Discurso sobre la pintura. Prólogo de Guillermo Tovar de Teresa. UNAM. Seminario de Cultura Literaria Novohispana. Instituto de Investigaciones Bibliográficas. CONACYT. UNAM. México, 2005.  








No hay comentarios:

Publicar un comentario