domingo, 28 de septiembre de 2014

Desvelo Por Alberto Espinosa Orozco

Desvelo
Por Alberto Espinosa Orozco


Caídos a la esfera de la noche,
al sitio del naufragio y el olvido
de las sales, el polvo y el estruendo
recuerda el hombre con la tibieza
del sol que le calienta el pecho
como una densa miel que recorre
el vasto laberinto de las venas

el rumor de una fuente en la rivera
en medio de un jardín que florecía
poblado por mil aves que cantaran
solemne himno al que todo lo creara
cerca del manantial en que rodaba
con la música el agua y dos damas conversaban
y un pavo real con dos conejos que saltaban.

La libertad de volver por el sendero
peligroso fue señalada desde siempre
a los seres que habitan el destierro
una mañana en que la sierpe huraña
les mostrara del cuerpo los secretos,
la libertad de quedarse sobre el valle
hirsuto del camino pedregoso les fue dada
también cuando en tumulto prefirieron a la vida
ser esclavos del mágico polvo del sepulcro
donde Hades con sus sombras y fantasmas fugitivos
pueblan el reino de la noche y de los huesos.

La nuestra es la prisión del cuerpo que en espejos
las formas se recrean en sus reflejos
haciendo brillar sus inconsútiles destellos
entre las sombras herrumbradas por vapores,
donde el olvido hace ciertos los temores
volviendo inciertas las figuras pasajeras
al trocarlas por espejismos de la nada
siendo el recuerdo la luz de las miradas.



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