viernes, 5 de julio de 2013

Artesano David Vargas: las Doradas Manzanas del Sol Por Alberto Espinosa Orozco

Artesano David Vargas: las Doradas Manzanas del Sol

Por Alberto Espinosa Orozco

Thou wast not born for death, immortal Bird!
J. Keats




I
La artesanía del vidrio soplado durangueño ha sido reconocida como un valor nacional, pues a través de sus traslúcidos diseños la manufactura popular resguarda el alma de una cultura –aquella en donde misteriosamente se comunica el alma popular contemporánea con los ideales tradicionales de la Toltecayotl prehispánica (la cultura de las flores y los cantos), emanada del culto a Quetzalcóatl. Arte superior, a la vez elemental por su utilidad y refinado por su simbolismo, donde comulgan también el ingenio que imprime las vibraciones del espíritu del aire con la habilidad individual otorgada por la fuerza domeñada de la mano. Arte del viento y del modelado de hondo sentimiento estético en el que se expresa la rancia melancolía de un pueblo sin por ello dejar de manifestar la inapreciable subjetividad de cada artesano que imprime su huella personal en cada hechura –imponiendo con ello sutilmente un necesario freno a la despersonalización del maquinismo contemporáneo. Única salida a los excesos de la modernidad y sus callejones sin salida, que tomando la dirección contraria reina, no sin estrecheces sin cuento, en miles de poblaciones de la república mexicana.






II
David Vargas nació en el D.F., en la colonia Portales, de madre veracruzana y padre michoacano. Se trasladó de niño a la ciudad de Durango donde estudia la primaria, arraigando en la propia cultura regional al inscribirse posteriormente en el Internado No. 8 “Profesora Juana Villalobos”. A partir de los años 70´s, hace más de 30 años, a David Vargas le tocó protagonizar la fundación en Durango del Taller de Vidrio Soplado, junto a Guadalupe Herrera, Carlos Herrera, Alejandro Serrano e Isidro Herrera.
David Vargas emprendió una aventura como solada raso en el campo militar No. 1 de la ciudad de México, permaneciendo en ese empeño reglamentariamente por 3 años y medio, luego de los cuales regresó a la EPEA quedando gratamente sorprendido cuando el maestro Montoya de la Cruz al recibirlo y verlo le dijo: “No te debiste de haber ido compañero Vargas, porque tu eres de aquí”. Gracias a los logros del sindicato en el año de 2007 David Vargas logró el nombramiento de “Trabajador Técnico Especializado con el Oficio de Soplador de Vidrio”, jubilándose con tal título a los 30 años de labor -no sin antes coronar su trayectoria institucional siendo velador del Museo “El Aguacate”, puesto que desempeñó durante dos años y medio, cuando Guadalupe Herrera Lozano era la encargada del taller.
El artista durangueño David Vargas, quien recientemente fue galardonado con el primer lugar, en la categoría de Vidrio Soplado, en el Gran Concurso Nacional de Artesanía Popular Bicentenario 2010, suma tal reconocimiento a otras distinciones, pues ha obtenido a la fecha cinco primeros lugares nacionales como representante del Taller de Vidrio Soplado Durangueño, heredando en línea directa las mejores vetas la escuela de artesanías creada en los años cincuenta por la escuela del maestro Francisco Montoya de la Cruz.






III
La historia de los talleres, nos relata el maestro soplador, comenzó en el Edificio Central de la UJED, en la planta alta del edificio emplazado en la calle de Constitución, donde se impartían las clases de pintura, dibujo y modelado –mientras abajo se desarrollaba la Escuela Comercial Práctica a la que se sumaba otra escuela. Las clases se daban en las mañanas, mientras que en las tardes hacían lo propio los responsables de los talleres. El primer maestro fue Santos Vega Camargo, quien tuvo a su cargo desde el principio el Taller de Vidrio Soplado -junto con Pablo Ibarra, encargado de las decoraciones, Margarito Palacios, en el centro de cerámica, y Manuel Martínez Velarde encargado de los textiles. Todos ellos habían abrevado de la experiencia de don Arturo Ávalos, quien en México sostenía los Talleres de Carretones, fundados en 1968. Por su parte Martgarito Flores se especializó en la cátedra de historia del arte, interactuando así estrechamente con de los Talleres de Textiles, Cerámica, Decoración de Vidrio, Vidrio Soplado, Modelado y Grabado. El Taller de Vidrio Soplado inició sus actividades con Guadalupe Herrera, Carlos Herrera, Alejandro Serrano, Isidro Herrera y David Vargas, maestros técnicos a los que se sumaron un grupo de decoradoras y diseñadoras durangueñas, quienes sostuvieron esa augusta tradición por más de 30 años, figurando destacadamente en tal oficio: Agustina Pérez Herrera. Cecilia Fernández Pérez, Tomasa Reyes Ortiz y María Tomasa Reyes Hernández. Cultivadores todos ellos de esa bella disciplina en la EPEA y a los que hay que sumar a José Villanueva, Concepción Medina Celia Fernández, Elba Castañeda, Nicacia García y Tomi García, Agustín Pérez y María Elena Barrientos.
Los talleres artesanales de la EPEA dieron brillo y renombre a la institución por décadas. A cargo del taller de decoración estuvo Ignacio Jiménez; en el Taller de Fundición el maestro Gerardo Molina; en el Taller de Textiles, los maestros Jesús Ornelas y María Formosa Gallegos, quienes realizaron trabajos de pura lana tejidos en un telar a mano, tales como manteles, cobijas y jorongos; en el Taller de Tintorería trabajaron María Amada Vázquez, Agustín Torres y a Saúl Cuauhtémoc Castañeda, cuyas labores son las de cardar, teñir, cortar y lavar, y por último, el Taller de Vitrales, donde han destacado los maestros Arturo Orozco y Víctor Gómez.
Cuando Santos Vega se integra al Taller de Vidrio Soplado era la encargada de los talleres Ignacio Jiménez Serrano, a los que se sumó al poco tiempo el maestro Trino, entrando a trabajar con ellos en 1967 el maestro David Vargas bajo la figura de Becario, en la época en que el director de la escuela era Don Carlos Galindo. Vargas fue promovido a la categoría de Ayudante en 1973 –formando parte en 1975 del Bloque Sindicalista de la escuela. Poco antes el maestro Montoya de la Cruz trabajaba en la dirección, que era un cuarto chiquito, siempre con la puerta abierta y siempre presente, en su puesto –como hiciera posteriormente el querido Maestro Guillermo Morán cuando tan atinadamente dirigió el Museo de Arte Contemporáneo Ángel Zárraga en años recientes.





IV
Desafortunadamente el noble oficio de soplar de vidrio no ha sido reconocido por las instituciones oficiales en la actualidad, siendo la ultima directora el ingeniero Leticia Ontiveros, quien se encierra en su oficina en una actitud infantil de contentillo, destacando a recientes fechas por su tarea: dar el tiro de gracia a los talleres de la EPEA, obedientes a un plan anárquico de educación regional, pues en su gestión los hornos de la escuela han sido apagados definitivamente hasta finiquitarlos –empresa iniciada por el anterior director Candelario Vázquez, quien fue el responsable de empezar a matar lentamente a los talleres, permitiendo en su gestión prender los hornos dos veces o una ves al año, personaje nos confiesa el entrevistado que no hizo nada por la escuela, sino todo lo contrario: pues hizo todo por rebajarla e incluso desaparecerla, como sucedió efectivamente a la postre con los talleres artesanales.
En cuanto al procedimiento puede decirse que el vidrio se prepara con carbonato de sodio más cal y arena en un horno de gas y ladrillo refractario a una temperatura de mil 200 grados centígrados. El vidrio se trabaja entonces soplando, como los ángeles de la gloria, en una caña hueca de fierro, estirando, girando y aplanando con unas pinzas y agua. La obra es luego templada al horno por diez horas a una temperatura de 600 grados. Es entonces cuando pasa al taller de decoración, donde se le aplican pictóricos esmaltes y decorados en oro.
Las mejores decoraciones, nos explica el maestro Vargas, se lograron en los años 70´s y 80´s, habiendo en ese tiempo una gran producción de cerámicas y de vasos, copas, jarras, botellas, dulceras y azucareras, figuras varias y licoreras, que era la época en que la escuela compraba las cosas a sus productores, cuando los maestros de dibujo conseguían y abastecían a los estudiantes de pinturas y papeles, pues todos llegaban jodidos y se les abastecía de todo lo necesario para realizar su labor.
En el Taller de Vidrio Soplado se fueron practicando técnicas cada vez más sofisticadas, como son el vidrio a la flama y el vidrio estirado, el vidrio fusionado y el vidrio reposado –habiendo sido Francisco Montoya de la Cruz el gran impulsor de la enseñanza de las artesanías en Durango, llegando la escuela a un estilo único en la producción de objetos decorativos y a la vez utilitarios, rubricados finamente con delicadas y estilizadas líneas de oro.
Los trabajos en verdad hermosos de David Vargas han llegado a convertirse en manzanas de zafiro y peras de esmeralda hinchadas por el viento del aliento y patinadas por el oro, ese polvo brillante del sol acumulado por los años. Arte de la claridad, el volumen y la transparencia que da cuenta además del renacimiento del verdadero espíritu de cuerpo que hay en los gremios artesanales, los cuales están más allá de los saberes muertos de la académica y sus especulativas simulaciones, al estar más cerca de la tierra y de la tradición nacional, ostentando en su orgullo artesanal la humildad de las cosas bien hechas, a conciencia, cuya compresión de los materiales y ostensible dominio de las herramientas de trabajo nos ponen en contacto directo con ese amor que la carne profesa en su trato con las materias primordiales del mundo y con la hechura de los objetos útiles a la mano decorándolos para los ojos. Porque el hombre y su espíritu obran siempre y sólo por medio de la materia, que al someter y formar le hace conocer sus propios límites –pues en la analogía de las formas, en su transformación y metamorfosis, logra el ser humano también la purificación y el renacimiento de su esencia, para alcanzar su verdadera naturaleza humana y su verdad como individuo –haciéndose con ello a la vez natural del mundo, hermano del paisaje y viajero del camino que llega a un lejano puerto: el de nosotros mismos. 




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