miércoles, 26 de junio de 2013

José Luis Ramirez Historia Breve de Perro.

José Luis Ramirez 

Historia Breve de Perro. 

Con la llegada del perro sin nombre, una tarde caliente y caminando de espaldas toco la puerta pero nadie abrió, con la nariz abrió la puerta del camino, entro y se apodero del limón y de los limones menores. 
Esa noche, Se comunicaban los gatos entre sí, mirando con ojo obtuso el territorio ganado por perro. Era perro, el limón y su olor a días de camino, solo eso y un par de limones caídos. 
Caídos de arrepentimiento, caídos de no querer llegar. Las luciérnagas de la noche formaban coronas azules, rojas y color vino claro.
Bajaban los gatos y gatas confiados a eso de las 2 30 de la mañana, se reunían parejas incomprendidas, se contaban sus derrotas acumuladas, tejían el dolor de gato, de lenguas cansadas, de uñas gastadas por la batalla.
La lengua de perro sudaba de noche y bebía agua de día, agua estancada en el balde del olvido agua amarilla retenida por el tiempo y casi evaporada. Perro moría de calor de mayo, de grados muertos por el sol, de sol asesino, de sol de luz profunda, de luz que llega y no se va, de luz que se comunica por medio de música de tambor tradicional, de noche, de ruido de avispas y de pláticas sin fin.
Los gatos se lamían en solidaridad por el temporal, las luciérnagas se derretían de calor, algunas de ellas, perro las comía para luego ser expulsadas por sus ojos en amor procesado.
El calor perro, los gatos del olvido, las luciérnagas, el limón, la sombra, el margen, las huellas del gato, los sueños arrebatados de Rulfo, las maniobras sinceras del circo, el ciego enamorado de la mujer sin fin. Todo lo anterior se escribía por monos de ojo y medio y de nariz de pico fino que colgaban de la cola en movimiento de perro, despojados uno a uno, minuto a minuto. Y hoja por hoja del limón dulce y si amargura. 
Se escribieron en todas las hojas del árbol todos los pronósticos de amor y todas las dudas reunidas, Pensando en que la vida es un sueño profundo y que el atardecer por momentos se confunde con el amanecer. Y que las palabras de (ella) siempre harán eco y se quedaran en la mirada del pintor más oxidado. Así como el ciego enamorado de la mujer sin fin.
Fin.


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